sábado, 3 de febrero de 2007

Artículo de Shakira

Identidad Latina - Hispanic Newspaper in CT

Publicado el 01-10-2007 El caderazo de Shakira

Ya a los tres años seguía el ritmo de las danzas árabes aprendidas en su natal Barranquilla; a los trece firmó su primer gran contrato. Es La gran triunfadora latina del 2006. la cantante genio colombiana, elogiada por el propio García Márquez.Medardo Arias Satizabal
Shakira Isabel Mebarak Ripoll cumplirá 30 años este 2 de febrero, y pensará seguramente en los millones de habitantes del planeta que siguen encandilados por el fuego de sus caderas, un ritmo que no es judeocristiano, ni musulmán, ni siquiera árabe -las profesoras de danza del vientre no aprueban, desde la ortodoxia, lo que la cantante hace en tarima- pero que es simplemente un baile inventado por ella; Shakira, la más exitosa cantante colombiana de todos los tiempos.


Jorge Alatrista, editor de Identidad Latina, me preguntaba por qué gusta Shakira, o dónde estaba el secreto de su arte; me atrevería a dar dos razones: mestizaje y cultura Caribe, dos ingredientes por los cuales el mundo paga hoy un Perú. Las mujeres blancas quieren tener los labios gruesos, las hieráticas helvéticas desean pómulos indígenas y hasta en la fría Estocolmo el ritmo Caribe, sea Son, Guajira, Salsa, bolero o Guaguancó, quieren desatar los pies, imprimir vida donde no existe, rumor de palmeras, donde soplan vientos gélidos, aroma de agua de coco entre los bosques de eucaliptos.


Shakira, nacida en Barranquilla un 2 de febrero de 1977, es hija de William Mebarak, libanés, y de una dama colombiana. Alguna vez, a través de la poesía de Jorge García Usta, pude entender hasta qué punto las esencias árabes se mezclaron con el jugo de níspero en la costa Caribe colombiana. En un libro que el Ministerio de Cultura está en mora de reeditar, el poeta nos aproximó a esta saga de inmigrantes que trajeron a Barranquilla y los polvorientos pueblos del Caribe Colombiano, el ingrediente necesario ara que se produjera el fenómeno Shakira, nombre que en árabe quiere decir “ángel de luz”.
Quizá las descripciones más hermosas de Barranquilla, como ciudad, como emporio de una arquitectura definida, como asiento cultural de inmigrantes, las haya dado Plinio Apuleyo Mendoza. También Juan Gossaín nos ha permitido esta aproximación mágica a través de su prosa y por supuesto, el García Márquez de los días ásperos del sueño y la bohemia.

Barranquilla, Amor y olvido.

Nunca olvidé -lo afirmó Plinio- esa sensación de olvido, de completa desazón y hastío que provoca la primera visión del puerto de Barranquilla. Como si la arena y la noche se metieran en el alma, y repelieran al visitante, al extranjero. Sin embargo, así lo acepta Mendoza, a los pocos días de estar ahí, Barranquilla muestra lentamente su encanto, da su abrazo, pide “quedarse” al forastero.
Ciudad ribereña y marítima al tiempo, permitió una amalgama étnica que es particular señal de todo el Caribe. Esta fusión de razas, tan reconocida en Cuba, Puerto Rico y República Dominicana, adquirió en Colombia visos épicos, y no sólo del lado de los pueblos árabes que ahí llegaron. También los judíos llegaron para quedarse en Colombia a comienzos del siglo XX, según lo cuenta Azriel Bibliowitz en su excelente novela “La piel del astracán”.
Ya a los ocho años, Shakira había compuesto su primera canción y a los trece firmó un contrato con la Sony Music. Su madre dice que ella nació para cantar, para ser grande en estas artes, pues desde los tres años ya imitaba las danzas árabes aprendidas en la comunidad sirio-libanesa de Barranquilla, y muy niña triunfó en los eventos infantiles que organizaba ahí un medio periodístico.


Gabriel García Márquez, amigo personal de los Mebarak Ripoll, entrevistó en alguna ocasión a Shakira, y quedó fascinado con la manera como esta compone, crea música, produce. Si se escuchan objetivamente sus letras, nos damos cuenta que estas obedecen a un pulso poético, a un sentido creativo bastante original. Shakira es un talento en pleno movimiento; puede componer sesenta canciones en una semana, y seleccionar finalmente 20 para un álbum.

Con los pies descalzos.

Puedo recordar lo que significó su álbum “Pies descalzos” para las jóvenes generaciones colombianas y el impacto que tuvo aquella producción en el exterior. Shakira dio ese nombre a su fundación, la misma que se encarga de ayudar económicamente a niños pobres, por el mundo.En los Estados Unidos, su voz tiene un registro de éxitos sucesivos, del cual dan cuenta sus premios Grammy. Puedo recordar también el gran cartel con su rostro, en Broadway, con el anuncio de su concierto para presentar el álbum “Fijación oral”, o la visión de su imagen envuelta en llamas -un traje rojo fuego- en la reciente entrega de los Grammy latinos, o el furor mundial con su canción “Ojos negros”, con la que acentuó la música de sus ancestros.
Cualquier mulata del Caribe o del Pacífico puede mover las caderas con una revolución mayor a la de Shakira. Las he visto en los bailongos de Buenaventura, Tumaco, la Cartagena champetera o Barranquilla. Ese voltaje anónimo de las barriadas colombianas, es el que Shakira lleva ahora por el mundo. Para nosotros, propios, ello es causa de un asombro sin par. Para los extranjeros, ese ludismo que Shakira ha llevado al mundo desde su afrocolombia, es motivo de notas laudatorias en diarios y revistas.
Treinta años para un artista significan casi una epifanía. Shakira continuará recreándonos por mucho tiempo con la inventiva fresca de sus canciones, y con esa cadera capaz de desequilibrar la defensa mas implacable de una selección mundialista.

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